lunes, 26 de septiembre de 2016

Intención #8
por Sheij Mohammad Abdullah Ansari

Hay dos maneras de vivir, conscientemente e inconscientemente.  Vivir inconscientemente significa vivir automáticamente, por hábito, sujeto a los caprichos de la vida, las influencias de un patrón de conducta aprendida de afuera por la mente reaccionaria bajo la guía del ser bajo o nafs/ego.  Vivir conscientemente se hace cuando uno empieza a reconocer, sentir y ser guiado por el corazón o ser real y la mente real – guía interna.  Es un fenómeno raro, puesto que el ego ha logrado convencer a la gente que por seguir sus impulsos, los del ego, uno preserva su individualidad, es independiente, libre y en control cuando en realidad es lo opuesto, el ego crea una personalidad falsa que es un clone de conducta aprendida externamente, que encaja en patrones y categorías lejos de la realidad e individualidad verdadera de la persona.  Esa persona refleja su alrededor y es todo menos libre e independiente.  Pero hemos hablado de eso, ahora hablemos de ser consciente y la habilidad de hacer, algo que la persona inconsciente no es capaz de lograr.
Tradicionalmente se habla de desapego en sendas espirituales.  Estar libre de las influencias de las cosas materiales y libre de deseo.  Algunos se deshacen de sus pertenencias y se alejan de la sociedad con la idea de que alejados de la tentación podrán hacer contacto con su ser interior y la realidad divina.  Aunque esa práctica tiene beneficios como una práctica de periodos temporales, así como parte de un programa de entrenamiento, los que esperan encontrar la iluminación de esta forma sólo encuentran la paz cuando no hay problemas para enfrentar y sólo logran la mitad de la ecuación.  Sólo en la lucha se desarrollan los músculos necesarios para mantenerse en ese lugar de paz que está dentro de todos.  Sólo en la lucha se desarrollan los músculos necesarios para resistir las tentaciones de la vida.  Esconderse de la lucha deja la persona débil y vulnerable a ataques.
Este mundo fue creado específicamente para nosotros.  No como un parque de diversión sino como una escuela para nuestra evolución como seres humanos.  Desafortunadamente (para ellos) la mayoría de la gente está de pinta.  Más bien, no están prestando atención a los maestros.  Los maestros son todas las cosas y situaciones en el mundo y el cuerpo mismo del ser humano.
En lugar de alejarse de la sociedad y la participación en ella, los que tienen la posibilidad de desarrollarse como verdaderos seres humanos, el insan-i-kamil o ser perfeccionado, enfrentan la vida y participan activamente en ella pero de una forma diferente.  Reconociendo la vida por lo que es, una escuela y una gran oportunidad, ellos tratan de mantenerse despiertos.  El método es auto-observación y la remembranza de Dios en todo momento.  Cuando estamos observándonos a nosotros mismos, mirando como si fuéramos otra persona, de una forma, si somos.  En este estado, que se desarrolla con la práctica y en combinación con la segunda parte, la remembranza, nos colocamos en el corazón, el ser real, quienes somos en realidad.  Allí somos el vigilante, observando la actividad del nafs/ego y sus maniobras y con eso empezamos también a ver y a entender como funciona toda la demás gente y el mundo en general.  La remembranza de Dios, aparte de su método, el uso de palabras sagradas y vibraciones (de lo que hablaré después), significa viendo el mundo como una creación amorfa, maleable, temporal, perecible y no realmente real.  El mundo y nuestra presencia en él tienen propósitos relacionados con una meta más allá de la vida material, de lo que podemos ver con los ojos ordinarios.  Logramos vernos a nosotros mismos y el mundo desde el corazón, además de librarnos de dolor emocional causado por vivir en el nafs/ego, afectados por todo lo que pasa alrededor y los ataques personales, nos damos cuenta de la dualidad de la existencia terrenal – el mundo y el cuerpo, uno relativamente irreal como un sueño y el otro temporal, destinado a morir, son al mismo tiempo las claves del desarrollo del alma del individuo y de su estado de ser en la próxima etapa de la vida posiblemente eterna de la persona después de su muerte física.
Otro nivel de vivir conscientemente es el uso de músculos espirituales para abrir paso a una consciencia elevada y como efecto secundario, una condición material, emocional y físicamente mejor.
Con el trabajo, es decir, la meditación y otras prácticas, la presencia de fuerzas y realidades no conocidas anteriormente se hacen conocidas.  Poco a poco una distinción entre el nafs y el corazón aparece o más bien, vemos y sentimos a las dos como entidades reales y tangibles.  A través del corazón vemos gradualmente la presencia de otros mundos y recibimos guía hacia decisiones y acciones que nos convienen.  Y vemos al nafs y su ego por lo que son, semi-realidades que nos engañan y nos conducen a decisiones y acciones que nos perjudican a largo plazo.  Ahora no es una cuestión de sólo seguir reglas de lo correcto y lo incorrecto o morales religiosos, vemos y sentimos la realidad de ellos y las seguimos, igual como es que no metemos el dedo en una flama o cruzamos con carros acercándose a alta velocidad. 
También, con el darse cuenta de lo anteriormente mencionado, los impulsos que se originan del nafs/ego, como las emociones negativas, toman una forma tangible y visible o sensible por los sentidos interiores que están ahora desarrollándose.  Visible, esas fuerzas, también sólo semi-reales, son cada vez más fáciles de controlar.  Ya no nos devorará el enojo nos devora, ni la depresión, tristeza, preocupación o el miedo, su control y su realidad empiezan a perder fuerza, las vemos como invasores o como moscas que alejamos con un manazo.
Entonces hay otras fuerzas, fuerzas positivas, como las emociones, anteriormente vistas como conceptos borrosos, que ahora toman forma y los vemos y sentimos como vemos y sentimos una silla o como parte del cuerpo.  Son aspectos del amor.  El amor no es una emoción.  Es una fuerza o energía.  Tiene una frecuencia vibratoria con que podemos sintonizar.  Sintonizarnos con el amor que es una decisión que tomamos conscientemente.  Los inconscientes viven por azar y sólo de vez en cuando sienten el amor real.
Confrontado con problemas, una situación difícil o alguien patentemente ofendiéndose o de otra forma atacándose, la persona inconsciente reacciona emocionalmente y es como echar más leña a la fogata.  La persona consciente ve lo que está pasando, las fuerzas vigente en el momento y como la persona está controlado por su ego.  Todavía puede reaccionar con enojo o miedo o puede escoger comprensión, compasión y el amor.  Si fueran no más que conceptos o buenas ideas, no tendrían los efectos que pueden tener cuando una persona despierta las blande.  Siendo en realidad frecuencias de ondas divinas, pueden cambiar por completo no sólo la situación inmediata sino hacer cambios positivos e increíbles a la persona – a las dos personas.
El cuerpo humano es donde todo eso puede pasar.  Nuestra salud física es de suma importancia.  Allí en el cuerpo es el taller donde podemos descubrir cosas maravillosas, hasta todo el universo.  El amor, la comprensión, la compasión, la generosidad y el agradecimiento son realidades tangibles a las que podemos tener acceso y usar.  Abren grandes vistas de conocimiento, bienestar y hasta atraen buena suerte.  Pero para encontrarlas, es decir, realmente localizar, sujetar y activarlas, uno tiene que desarrollar los músculos espirituales.  El amor, la comprensión, la compasión, la generosidad y el agradecimiento todos tienen imitadores, emociones enmascaradas fingiendo ser ellos.  Saber la diferencia requiere trabajo y dedicación y no es nada que se puede lograr con sólo el cerebro.  Experimentar el amor real es una decisión consciente.  
                                  
La Tariqa Sufí Ansariyya