martes, 23 de febrero de 2016

El camino de la acción - parte 5
Por Sheij Mohammad Abdullah Ansari

Cuando decimos "religión" ¿de qué estamos hablando?  Automáticamente pensamos en la Iglesia, la Mezquita, la Sinagoga, en sacerdotes, imames y otras personas asignadas por las instituciones religiosas para dirigir a la gente en ciertos rituales.  La palabra clave aquí es "institución", pues la religión hoy en día se ha convertido en una institución. Tanto como si fuera una gran compañía con su jerarquía de jefes y subordinados.  ¿Crees que eso es lo que Dios estaba diciendo a través de Sus profetas?
En el Corán la palabra que se traduce comúnmente como religión es "din".  Pero la palabra "din" en realidad no significa religión sino manera de vivir.  El sura (capítulo) 3 (3:19) del Corán dice: “Ciertamente, la Religión, para Dios, es el Islam…”. Otro traductor lo traduce así: “Ciertamente, la única religión [verdadera] ante Dios es la autosumisión [del hombre] a Él…” lo cual está más cerca al significado original.  Din es una forma de vivir en armonía con las realidades del universo o la existencia, es la forma que los profetas enseñaron.  La palabra "islam" significa sumisión, es decir aceptar a Dios y vivir de acuerdo a sus leyes. Así que la cita del Corán significa que la forma correcta de vivir es someternos a Dios.  No dice nada de una “religión” sino que habla de una forma de vivir.
Dije en la parte anterior de esta serie que Jesús no enseñó una nueva religión sino una forma de vivir, “Si leemos solamente las palabras de Jesús en los evangelios… encontramos un sistema de vida que coincide con las realidades universales, es decir, las leyes básicas de Dios, sin un exceso de rituales y detalles.  Vemos un sistema basado en el comportamiento (conducta recta), el amor al prójimo…”.  Vemos en los hadiz, la tradición del Profeta Muhammad, lo que él dijo e hizo, y reconocemos que él también predicó el mismo mensaje de amor y comunidad, ternura, tolerancia y ayuda mutua.
He dicho en varias ocasiones que Dios explicó la ciencia de cómo funciona el mundo a Sus profetas y la gente inventó la religión.  También que si pudieras seguir, realmente seguir, las enseñanzas de los profetas, lograrías la “iluminación”, la unificación con Dios, y también que amamos a Dios a través de su creación.  El amor es la ausencia de ego.  Otra forma de decirlo es ésta: el amor es la frecuencia de onda a través de la cual conectamos con Dios y Su guía, mientras que el ego es lo que bloquea la transmisión, nubla la recepción.
Nuestro comportamiento con la gente es el que expresa nuestra verdadera religión, no importa que nombre usemos.  Cada acto de buenos modales, generosidad, ayuda, honestidad, etcétera, limpia cada vez más la suciedad que obscurece nuestra realidad divina.  No hay otra razón para que Dios nos haya enviado a la tierra y a estos cuerpos.  Todo es parte de un proceso de entrenamiento y desarrollo del alma. 
Somos sufíes.  ¿Qué es eso?  El Sufismo es la versión actual de la rama mística de la enseñanza perenne que Dios envió paralelamente con las revelaciones proféticas a la gente.  Un ejemplo es Moisés, Moisés bajó de la montaña con las instrucciones y reglas para la gente en general, la llamada religión.  Al mismo tiempo llegó con otra enseñanza, una más profunda, para las personas que buscaban una relación personal e íntima con Dios.  Ese camino se describe de varias formas: la enseñanza oral, esotérica o mística.  La rama mística del tiempo de Moisés era la Cábala.  Los primeros seguidores de Jesús eran gnósticos y el Profeta Muhammad enseñó los métodos a unos de sus discípulos.
Todo lo que existe tiene dos aspectos, uno interior y otro exterior.  Este tema es muy extenso y lo abarcaremos con mayor profundidad más adelante, ahora se trata de la distinción entre la religión formal de la gente promedio y la senda mística o interna.  La religión formal es una expresión material de creencias a través de rituales y reglas, mientras que las sendas interiores se concentran en la esencia de las enseñanzas de Dios y Sus profetas; así como en la acción, un esfuerzo para realmente vivir la enseñanza, para conectarse con la Energía Divina, y ser guiado directamente por la Fuente.  Continuaremos, inshallah.

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lunes, 15 de febrero de 2016

El camino de la acción - parte 4
Por Sheij Mohammad Abdullah Ansari

Jesús acusa a escribas y fariseos
Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.  Así que todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí…” (Nuevo Testamento, Mateo 23:1-7)

Los fariseos eran los eruditos, escolásticos y autoridades judías en el tiempo de Jesús (Yeshua).  En cada religión vemos una situación similar: cada vez que Dios revela a un profeta la ciencia acerca de cómo funcionan las cosas, el mundo, el universo y la existencia, y al morir el profeta, poco a poquito, se acumulan por encima de los principios sencillos y claros de Dios enseñados por el profeta, un montón de interpretaciones cada vez más complicadas, así como también reglas y rituales adicionales que el profeta no predicó. Todo eso dentro de grupos que aparentan autoridad y exigen obediencia.
Había 124,000 profetas a lo largo de esta etapa de la existencia de humana en la tierra. De esa forma la realidad de la existencia y la manera de encajar felizmente en  ella, fue extendida por todas partes del mundo y a todas las sociedades y tipo de gente. También fue necesario que hubiera tantos profetas por lo explicado arriba: la enseñanza empezaba a degenerar gradualmente con tiempo, y Dios tenía que enviar el mensaje una y otra vez.
“No piensen que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado.…” (Nuevo Testamento Mateo 5:17)
Así que, cuando la verdadera esencia de lo que Dios reveló a Moisés había sido enterrada bajo rituales y reglas complicadas y difíciles, y la religión era dirigida por hipócritas, Dios inculcó a Jesús el espíritu profético, guiándolo para que  purifique las enseñanzas, haciéndolas sencillas y fáciles de entender.
Si leemos solamente las palabras de Jesús en los evangelios, tanto los aceptados por la Iglesia e incluidos en el Nuevo Testamento, como los otros descubiertos más tarde (los descubierto en Egipto en 1945) encontramos un sistema de vida que coincide con las realidades universales, es decir, las leyes básicas de Dios, sin un exceso de rituales y detalles.  Vemos un sistema basado en el comportamiento (conducta recta), el amor al prójimo y rechazo de las autoridades religiosas de su época: “Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos.” (Nuevo Testamento, Mateo 23:8)
No pasó mucho tiempo antes de que lo que Jesús explicó a la gente empezara a complicarse, y así algo sencillo y directo creció hasta ser algo muy diferente de lo que había explicado el Profeta Jesús. El patrón de la degeneración del Judaísmo, la enseñanza de Moisés, se volvió  a repetir.
Como había sucedido innumerables veces en el pasado, Dios o la Energía Suprema, tuvo que enviar el mensaje nuevamente, esta vez al Profeta Muhammad ibn Abdullah (s.a.w.). Dios mandó al arcángel Gabriel para instruir al Profeta Muhammad en la manera de vivir según el sistema del universo (din en árabe, muchas veces mal entendido como “religión” –pronto volveremos a hablar de eso-).  Igual que en el caso del Profeta Jesús (la paz sea con él) el Profeta Muhammad no fue enviado para destruir nada sino para reafirmar las enseñanzas de los profetas anteriores.  Continuaremos, inshallah.

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miércoles, 10 de febrero de 2016

Un lector me preguntó…

…Estaba revisando el poder creador y la alquimia espiritual ", en el dialogo de Jesús con Nicodemo se habla de nacer de nuevo"  para entrar al reino de los cielos, o sea de transmutarse para conseguir la iluminación, la liberación pero nacer de agua y espíritu que significan estos símbolos.          
Agradeciéndole su respuesta

Hola J.. –
“Muere antes de que mueres,” dijo el Profeta del Islam Muhammad ibn Abdullah.  Eso significa lo mismo que la expresión de Jesús (la paz sea con los dos) de nacer nuevamente.  El ego tiene que morir o más bien, ser dominado.  En otra parte de los evangelios dijo que nadie entra el reino de los cielos (o Dios) que no sea como niño.  Llegamos a estos mundos limpios pero incompletos con trabajo que hacer, un proceso de evolución del alma.  Dios nos dio un instrumento para  funcionar en este ambiente, el nafs o ser bajo o alma terrenal.  Sin embargo pronto, por las necesidades, antojos e influencias de este mundo olvidamos de dónde venimos y nuestra misión.  El nafs sobrepasa sus funciones y forma una personalidad propia que llamamos el ego, una entidad formada de reacciones contra situaciones mundanas y las influencias familiares (incluyendo el ADN del cuerpo), sociales y culturales.  Esta personalidad o ser falso cubra la realidad de la persona y las posibilidades de crecer espiritualmente, o sea, lograr la iluminación.  Ser como niño es regresar a este estado libre de las influencias mundanas.  En Sufismo este estado del espíritu santo es llamado “tifl” que también significa “niño”.  Se llama niño porque: (1) Este estado nace en el corazón y está educado y crece allá como una mamá alimenta a su hijo. (2) La educación es principalmente para niños.  El conocimiento de marifa se enseña a niños del corazón. (3) Los niños están exentos de pecados.  De la misma manera, el niño del corazón está exento de shirk (asociar a otros con Dios) y otros errores humanos.  Se usa la expresión niños porque los niños se encuentran en esa condición.
El espíritu se refiere a la esencia divina.  Nuestra ser real o alma está hecho de la luz de Dios, su esencia.  Allí está en todos nosotros pero escondida por el amor a este mundo – nuestros deseos y miedos.  El trabajo de un Sufí o buscador de la Verdad es descubrir esa realidad dentro.  Pero ¿cómo?
Por eso Allah (Dios) nos mando a este mundo como parte de un proceso evolutivo.  Es por eso que los musulmanes y sufíes no somos monjes y no nos escondemos de la vida y los problemas sino que trabajamos y usamos el mundo por su propósito – para encontrar y conocer a Dios.  El agua simboliza el mundo material.  Llegamos a este mundo de otro mundo, vamos a quedarnos aquí por un tiempo corto y pasamos a otro mundo o dimensión o regresamos a la tierra para continuar trabajo no completado.  No podemos llegar al destino sin pasar por este mundo.  La existencia creado por Dios requiere la dualidad.  Dios es Uno y creó la dualidad de donde brotó el universo etc.
Todo es energía.  La energía divina y el conocimiento que nos conduce a la liberación y cercanía de Dios se producen por un encuentro entre opuestos.  Nuestro rechazo de lo negativo, nuestras elecciones constantes entre lo bueno y lo malo produce la energía necesaria para abrir puertas a otros estados de consciencia.  Para conocer a Dios tenemos que vivir con un pie en este mundo, el agua y otro en el otro, el espíritu.
Saludos,
Sheij Mohammad Abdullah

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sábado, 6 de febrero de 2016

El camino de la acción - parte 3
Por Sheij Mohammad Abdullah Ansari

Tu tarea no es buscar amor, sino buscar y encontrar dentro de ti mismo todas las barreras que has construido en contra del amor.”
 Mevlana Jalaluddin Rumi (1207-1273 AD)

Por haber perdido la conexión íntima y directa con Dios por el apego a este mundo material y por haber creado una personalidad imaginaria, una imagen de ser, un ego, la gente inconscientemente se siente perdida y llena de miedoPara aliviar esa sensación busca una forma de amor, el amor emocional.  Esa forma de amor, en muchos casos, conduce al sufrimiento porque está basada en la satisfacción del ego, en una necesidad personal egocéntrica.  Ese no es el amor de que habla Hazrat Rumi en la cita de arriba.  El amor real no es una emoción sino una frecuencia que nos conecta con la energía divina y la guía de Dios.  En términos prácticos, es decir, en la práctica, el amor real es como el amor emocional pero sin interés, sin buscar algo como respuesta, sin recompensa.  Es amor por Dios expresado a través del amor al prójimo.  Amamos a Dios a través de Su creación.  Al no buscar nada en el amor, algo interesante sucede: cuanto más amamos, más nos aman los demás.  Como hemos dicho, el amor es la ausencia del ego.
En la senda espiritual nuestra primer tarea es adquirir conocimiento, debemos buscar de manera intelectual para saber qué es la realidad de este mundo, así como la nuestra, y para saber qué debemos hacer para experimentar personalmente la verdadera realidad: conocer, sentir y ver a Dios.  Una vez que tenemos una idea de cómo son las cosas, debemos trabajar para conocernos a nosotros mismos, es decir,  eliminar todas las barreras que en nosotros están bloqueando la esencia fundamental, el amor divino que todos tenemos dentro.  Nuestra realidad es divina pero no nos sentimos nada divinos porque hemos construido una irrealidad encima. Y la prueba está en eso mismo, en que no nos sentimos divinos y no actuamos como divinos, de modo que algo está obstaculizando la realidad.  
Todo en el universo es orgánico.  Todo nace, crece y cambia de forma, y nosotros, los seres humanos, no somos excepciones.  Dios nos sacó de Su esencia y nos envió hacia un proceso de desarrollo.  Nuestra alma empezó de una forma embriológica con el potencial para crecer.  Fuimos por un viaje a través de diferentes mundos, etapas de desarrollo (que por ahora no recordamos) hasta que llegamos aquí al mundo material, la forma más densa de energía.  Llegamos todavía incompletos con todavía mucho que hacer para completar nuestro desarrollo y llegar a ser humanos reales y completos (insan-i-kamil).  El mundo de energía densa nos brinda una oportunidad tangible para encontrar la Verdad y experimentar la realidad de Dios.
Tal como fue explicado en las partes anteriores de esta serie, nuestro progreso se interrumpe por la propia naturaleza de este mundo tan atractivo y tentador.  Nos enamoramos del mundo y olvidamos nuestra misión y nuestra realidad intrínseca. Pero la lucha contra los obstáculos es la misma razón por la cual estamos aquí, la fricción de la lucha, el choque entre lo positivo y lo negativo produce energía, y la energía nos alimenta como la comida alimenta el niño y lo hace crecer, la energía producida por la lucha, tanto interna como externa, hace crecer el alma, el cuerpo energético con el que vamos a continuar la próxima etapa de nuestro viaje espiritual, ya sea de regreso a la tierra o hacia otros mundos o dimensiones.
La parte anterior de esta serie terminaba diciendo: “…Pero aun así, algunas personas, en algún momento de sus vidas, empiezan a sentir ese miedo (aún si no lo reconocen como miedo) y empiezan a cuestionar y preguntarse, pues sienten que algo está mal y quieren saber…”  “Quieren saber…”  “Querer” implica intención, búsqueda, elección.  Este mundo es el mundo del libre albedrío.  Nada pasa hasta que tomamos una decisión.  Continuaremos…

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martes, 2 de febrero de 2016

El camino de acción - parte 2
Por Sheij Mohammad Abdullah Ansari

Escribí en la parte anterior de esta serie:
“Las enseñanzas de Cristo y de Muhammad (la paz sea con ellos) son, en realidad, métodos para lograr la “iluminación”, la “realización”, el “nirvana”, la Unidad con Dios. Todas ellas son expresiones que aluden a la razón por la cual estamos aquí en la tierra, y que consiste en aprender cómo sintonizarnos con la frecuencia divina. Si pudiéramos hacer lo que ellos nos explicaron, lograríamos inmediatamente la meta, conocer a Dios y lograr la iluminación.  Sus palabras eran (son) el método.”
¿Qué dijeron los profetas?  No estamos hablando de rituales, detalles en la forma de orar, ropa, comida, ni nada de eso.  Vamos a analizar exactamente qué era lo que los profetas estaban diciendo.  ¿Cuál es la esencia de las enseñanzas de todos los miles de profetas que han existido?
Jesús dijo, “Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos. El más importante en el reino de los cielos es el que se humilla y se vuelve como este niño" (Mateo 18:1-5)
Al nacer estábamos íntimamente conectados con Dios. Pronto esa conexión empieza a debilitarse, primero con necesidades físicas, luego, poco a poco, con deseos, pues vemos cosas y las queremos. Al principio es por curiosidad, pues es parte del proceso de aprender los asuntos de la vida material.  Al crecer estamos tan distraídos por el mundo y sus cosas que olvidamos a Dios, así la conexión con Dios disminuye hasta no ser más que un murmullo en un lugar profundo del ser.  Estamos bombardeados de influencias ajenas, como la familia, la sociedad y la cultura, con todas las exigencias que eso implica.  Y más, habitamos un cuerpo, aunque el cuerpo no es quienes somos sino un vehículo en el que Dios nos instaló para viajar por el mundo material.  Ese cuerpo tiene una historia, su ADN, con inclinaciones que provienen de un largo linaje de ancestros;  inclinaciones tanto buenas como malas pero que no son nuestras.
Además Dios nos ha dado un aparato para maniobrar en este mundo de energía densa –el nafs-.  Parte del trabajo del nafs es protegernos.  Pero el nafs también se distrae por el mundo y cae preso de influencias mundanas, de condicionamientos ajenos, de las cosas del mundo.  Ahora, separados de Dios, al menos conscientemente, empezamos a sentir miedo porque inconscientemente sabemos que somos totalmente dependientes de Dios. En un esfuerzo para protegernos el nafs empieza a desarrollar una personalidad, el ego, que es una personalidad falsa, una forma de mecanismo de defensa. Así, el ego creado por el nafs funciona ya como un sustituto de Dios.  Además, creemos que esa persona, el ego con todos sus deseos, gustos y disgustos, y hábitos, es quien somos realmente. De modo que ya desarrollamos una imagen de nuestro ser que está lejos de la realidad. Sin embargo, todavía queda dentro, escondido profundamente en todos,  el miedo;  el miedo original, el miedo de estar solos, distanciados de Dios.

Pero aun así, algunas personas, en algún momento de sus vidas, empiezan a sentir ese miedo (aún si no lo reconocen como miedo) y empiezan a cuestionar y preguntarse, pues sienten que algo está mal y quieren saber.  Por una variedad de factores el apego del mundo no se adhiere tanto en esas personas y por eso van buscando respuestas.  Esas sensaciones y preguntas pueden conducir a periodos incómodos para algunas de ellas, y hasta causarles problemas psicológicos.  Con “suerte” encontramos ayuda y empezamos el trabajo, el trabajo de quitar todas las capas de basura que hemos heredado y el condicionamiento adquirido por las influencias del mundo;  empezamos la lucha contra el nafs y su ego.  
Podrías preguntar por qué hace falta todo eso para “regresar a Dios”, regresar a donde empezamos.  La respuesta reside en la misma razón por la que existe este mundo, la tierra.  Aquí en un estado “normal” sólo vemos una parte pequeña de lo que realmente existe, lo material.  Este mundo y esta vida son sólo la punta del iceberg.  Continuaremos, inshallah…

La Tariqa Sufí Islámica Qadiri-Rifai Ansariyya
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